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14Edici%u00f3n 3607 %u2022 Julio 2025En las %u00faltimas d%u00e9cadas, el rol de la mujer en la sociedad ha experimentado una transformaci%u00f3n profunda. Cada vez m%u00e1s mujeres acceden a espacios antes reservados a los hombres, asumen liderazgos y reivindican su derecho a la equidad. Sin embargo, este avance ha generado una inevitable confrontaci%u00f3n con un modelo de masculinidad tradicional que, en muchos casos, se resiste al cambio.El %u201chombre masculino tradicional%u201d es aquel que se define por su fortaleza, autosuficiencia y dominio en las relaciones, tanto en el %u00e1mbito familiar como en el profesional.Es el proveedor y protector, el que evita mostrar emociones y el que impone su autoridad. Esta construcci%u00f3n de la masculinidad ha estado arraigada por siglos y ha sido promovida por la cultura, la educaci%u00f3n y las din%u00e1micas familiares. Sin embargo, en el mundo actual, donde las mujeres ya no aceptan roles secundarios, este modelo de masculinidad se enfrenta a una crisis de identidad.Muchas mujeres de hoy rechazan los patrones machistas del que ellas entienden perpet%u00faan la desigualdad. Buscan relaciones de pareja basadas en el respeto mutuo, la comunicaci%u00f3n y la corresponsabilidad. Las mujeres de hoy, no quieren ser vistas como subordinadas, sino como compa%u00f1eras de vida, con los mismos derechos y responsabilidades. Pero, parad%u00f3jicamente, muchas de ellas siguen sinti%u00e9ndose atra%u00eddas por el hombre fuerte, seguro y dominante. Se ha generado una especie de choque entre el discurso feminista y la realidad biol%u00f3gica e instintiva. Mientras se exige un hombre m%u00e1s sensible, emocional y necesario a compartir responsabilidades, en el %u00e1mbito del deseo muchas siguen prefiriendo al hombre con rasgos de liderazgo, determinaci%u00f3n y poder.Esto ha generado una gran confusi%u00f3n en los hombres, quienes, en su intento por adaptarse a los nuevos tiempos, a menudo se sienten castigados por cualquier expresi%u00f3n de masculinidad que recuerde al modelo tradicional. Se ha llegado al punto en el que muchos hombres no saben qu%u00e9 se espera de ellos: si deben ser los caballeros protectores o los compa%u00f1eros sumisos y emocionales. Algunos, agotados por estas contradicciones, optan por la indiferencia, retir%u00e1ndose del juego de la seducci%u00f3n y las relacionesM%u00e1s a%u00fan, en ciertos sectores del feminismo contempor%u00e1neo se ha intensificado un discurso que no solo cuestiona al machismo, sino que acusa directamente al g%u00e9nero masculino de ser el responsable hist%u00f3rico de todas las formas de violencia, desigualdad y abuso. Este enfoque generaliza y castiga al hombre por su sola condici%u00f3n de serlo, en lugar de distinguir entre conductas concretas y estructuras que deben ser transformadas. As%u00ed, se ha instalado una narrativa donde el var%u00f3n, por el simple hecho de ser hombre, es visto con sospecha, y cualquier manifestaci%u00f3n de su identidad es interpretada como una amenaza o una forma de opresi%u00f3n.La violencia dom%u00e9stica es algo INACEPTABLE, pero el feminismo moderno que pol%u00edticos globalistas patrocinan, promueve y normaliza la violencia dom%u00e9stica hacia el hombre e incluso entre parejas homosexuales.Este aspecto, habitualmente silenciado por los grandes medios, revela una doble moral preocupante: se condena la violencia del hombre hacia la mujer, pero se ignoran o minimizan las agresiones cuando las v%u00edctimas son hombres o cuando ocurren en relaciones no heteronormativas.Esa es la diferencia entre un hombre de derecha y un hombre de izquierda. El hombre de derecha sabe que no debe agredir a su pareja o esposa, pero tampoco se deja manipular por ella. El hombre de izquierda, en cambio, demoniza al var%u00f3n que ejerce su masculinidad tild%u00e1ndolo de %u201cmacharr%u00e1n%u201d y hasta %u201cabusador%u201d, mientras se deja mangonear por mujeres que se aprovechan de una sociedad moderna que demoniza al hombre y enaltece a la mujer feminista. Todo lo contrario a la verdadera igualdad de g%u00e9nero, donde ambos sexos se tienen que respetar el uno al otro.La clave est%u00e1 en la educaci%u00f3n y el di%u00e1logo. Es necesario replantear los modelos tanto del feminismo como del masculino y que la masculinidad se normalice a ser disciplinados y permitan a los hombres expresar emociones, compartir responsabilidades dom%u00e9sticas y ver en la equidad de g%u00e9nero una oportunidad en lugar de una amenaza. Sin embargo, tambi%u00e9n es necesario que las mujeres sean honestas consigo mismas y con los hombres sobre lo que realmente desean. No se puede exigir sensibilidad absoluta mientras se premia con el deseo y la atracci%u00f3n a quienes representan los rasgos m%u00e1s tradicionales de la masculinidad.El coraje o %u201cenfado%u201d que se puede manifestar en algunas mujeres y que parece incitar a la pelea en el matrimonio, puede tener varias causas y no necesariamente implica un deseo de pelea, sino m%u00e1s bien una reacci%u00f3n ante situaciones que perciben como amenazantes o injustas. En lugar de ver esto como una caracter%u00edstica intr%u00ednseca de algunas mujeres, es importante entender las posibles causas subyacentes y buscar soluciones constructivas para la relaci%u00f3n.Las mujeres de hoy no est%u00e1n en guerra con la masculinidad, pero s%u00ed con aquellas formas de ser hombre que perpet%u00faan la desigualdad. Sin embargo, muchas tambi%u00e9n buscan en sus parejas rasgos de liderazgo, determinaci%u00f3n y seguridad, lo que deja en evidencia que la masculinidad no necesita ser eliminada, sino redefinida en un marco de equidad. El desaf%u00edo es encontrar un punto de encuentro donde la evoluci%u00f3n de ambos g%u00e9neros contribuya a una sociedad m%u00e1s equitativa, sin que nadie tenga que renunciar a su esencia, pero s%u00ed a los privilegios injustos de anta%u00f1o. Y, sobre todo, es momento de ser coherentes: si se pide un cambio en los hombres, es justo que se asuma con claridad qu%u00e9 es lo que realmente se espera de ellos.LAS MUJERES DE HOY ANTE EL HOMBRE %u201cMASCULINO TRADICIONAL%u201dManuel Hern%u00e1ndez

